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Mi experiencia con Toni García y BioAnimal

Mi nombre es Mónica, soy argentina.

Soy, y siempre he sido, una persona que ama a los animales. Toda mi vida he vivido rodeada de ellos. Con mis padres, siempre había convivido con canarios, hámsters, peces y perros. Al mudarme sola, mi primera decisión fue tener un gato. Había algo en los felinos que me atraía muchísimo, y quise que fuesen parte de mi vida independiente.

Empecé con uno, y seguí con varios más…ya saben, una vez que prueban el mundo gatuno, imposible detenerse! ☺

Ese gato, mi primer gato…mi “primogénito”, como solía decirle yo…se llamaba Pepper. Como aquel Sargento icónico de Los Beatles.


Mi Pepper era un gato con personalidad (¿o debería decir “gatonalidad”?) única. Un SEÑOR gato. Confiado de sí mismo. Dulce, pero a la vez imponente. No se dejaba avasallar, por nada ni nadie. Su territorio era suyo. ¡Sabía compartirlo y le gustaba la compañía…pero siempre dejó claro (a los gatitos que vinieron después de él…y también a los humanos) que él era quién mandaba en esa casa!

Lo curioso es que yo siempre sentí que, de alguna manera, él nos PROTEGÍA a todos los que compartíamos el hogar con él…era una sensación inexplicable, pero muy fuerte a la vez. Sí. Nos cuidaba, sin duda. Sobre todo, a mí.


Pasaron ocho años y medio, y pasaron cosas. Como en toda vida. Me separé, me mudé…nos mudamos. Los gatitos (ya para ese entonces eran cuatro) iban sintiendo los cambios, las ausencias. No sólo el ser humano siente, vibra y sufre… como todo ser vivo, los animales también. Incluso con más intensidad.


Cuatro años atrás, Pepper subió mucho de peso, y no había forma de hacerlo bajar. Un día, comenzó con síntomas que nunca había visto antes en él: bebía mucha agua, orinaba demasiado, y no había cantidad de comida que saciara su hambre. Llamé al veterinario, y me indicaron análisis de sangre: el resultado era el que me temía…se había enfermado de diabetes.

Yo sentí que el mundo se desmoronaba bajo mis pies. Todos comenzaron a decirme que era una enfermedad muy difícil. Que los tratamientos con insulina en animales eran dificultosos y riesgosos. Que no era fácil mantener la diabetes bajo control. …él tenía apenas ocho años y medio…era todavía un gato joven. Y yo me asusté mucho. Lo amaba, y quería ayudarlo.


Yo confío en la medicina. No reniego de ella. Pero también fui siempre una persona muy espiritual. Mi mente (y mi alma) comenzaron a sentir que había algo más detrás de todo eso…que la enfermedad de Pepper no se debía solo a la obesidad y al mal funcionamiento del páncreas… de hecho, ambas cosas podrían haber tenido un detonante emocional...

Hacía un tiempo había leído sobre BioNeuroemoción y me había resultado sumamente interesante. Todas las enfermedades y dolencias que tenemos tienen un origen emocional. Las emociones, nuestras emociones, nos pueden ayudar a vivir bien o, por el contrario, nos pueden enfermar. Yo lo sabía, lo tenía claro. Era, para mí, una verdad indiscutible. De pronto tuve una revelación…y un pensamiento afloró en mi mente…

” ENTONCES, SEGURAMENTE PASE LO MISMO CON NUESTROS ANIMALES” ¡!

De inmediato me conecté a internet y comencé a buscar información. Así fue como encontré a Toni, enseñando lo que él llama el método BIOANIMAL. No dudé un segundo y le envié un mensaje privado. Quedamos en una consulta, que fue vía Skype, por estar yo en Argentina y él en España. Ya la primera charla que tuve con él, por chat, me calmó muchísimo. Toni es una persona sumamente cálida y espiritual. Que siempre tiene una palabra, un mensaje para darte, que te ayuda en el momento por el que estás pasando.

La conversación con él fue reveladora. Aprendí mucho.

Aprendí que mis emociones afectaban directamente a mis animales, no solo a mí. Aprendí que nuestros animales tienen una misión en nuestra vida, que no es meramente hacernos compañía…sino, ayudarnos en nuestro camino evolutivo…ayudarnos a comprender errores y corregir comportamientos…ayudarnos a CRECER como seres humanos.


Aunque lo más importante que Toni me repetía, era que están aquí para mostrarnos emociones que nosotros no podemos llegar a ver por nosotros mismos. ¿Y saben que fue lo más importante que entendí…? Que yo estaba tratando de salvar a Pepper…cuando en realidad, PEPPER ESTABA TRATANDO DE SALVARME A MÍ.


El Maestro
Pepper

Todo cambió desde aquel momento. Mi Peppón ya no está con nosotros, Dios lo llevó a su lado, su misión en esta vida estaba ya cumplida para cuando su almita partió. (Y sé que volveremos a encontrarnos). Pero hoy me conecto con mis animales (y con todos los animales que tengo la fortuna de tener cerca) de una manera más profunda.


El amor hacia ellos ya no es solo amor…es consciencia. Es comunicación. Es un lazo fuertísimo que todos deberíamos poder lograr. Y el Método BIOANIMAL es un buen camino de entrada a esta consciencia.

Nuestros animales son nuestros guías. Almas especiales que tenemos la fortuna de tener a nuestro lado…son nuestra bendición…y podemos comunicarnos con ellos si aprendemos a hacerlo. Saberlo, me llena de paz.

Gracias infinitas.

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